miércoles, 29 de mayo de 2013

Frigo





Los polos, en nuestra época, eran propiedad exclusiva del verano. De vez en cuando, si tus padres te veían agotado y mostraban predisposición al esplendor, te compraban un patapalo y tú te tirabas veinte minutos sorbiendo un trozo de hielo con sabor a limón deseando llegar hasta el palo porque en ocasiones encontrabas la suerte de otro polo gratis.

Pero, por aquel entonces, un polo de Miko era un poco la clase media. Estaba Royne, el más básico de los polos, pero el auténtico triunfo era un polo de Frigo. Cuando salió el Negrito, todos deseábamas mordisquear ese chocolate crocanti sobre el cucurucho. El Calipo nos enseñó a genera caldito en el cucurucho y el Frac fue el gran descubrimiento para los que amábamos el chocolate.

Así pues, el antiguo logo de Frigo, el que distinguía un buen puesto de helados de uno normal, era aquel que nos hacía correr hacia nuestros padres para solicitarles bondad y apiadamiento. Cuando tenían el día bueno y nos dejaban comprar un Twister o un Frigopié, nos podíamos sentir los niños más afortunados del mundo.