jueves, 18 de septiembre de 2014

Los elefantes de la fortuna





Toda casa de los ochenta estaba llena de horteradas. Entre las mismas destacaban los regalitos de boda o comunión; pequeñas figuras, bandejitas y platitos inundaban nuestros muebles afeando el paisaje. Toda madre ha suspirado por una figurita de Lladró y cuando la han conseguido la han cuidado más que a un hijo. Hasta le quitaban el polvo de una manera diferente. Pero el rey de las horteradas era el elefante de la fortuna. En mi casa había tres y estaban colocados en la balda más alta del mueble haciendo escala de mayor a menor. Importante que tuviesen la trompa hacia arriba, pues aquello indicaba que iban a traer toda la suerte del mundo. Afortunadamente, tanto mis hermanos como yo hemos tenido una infancia feliz, por lo que puedo decir que sí, que los elefantes nos aportaron fortuna.

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